Apenas abría el sol luego
de algunos chaparrones constantes (como fue
costumbre todo los días en el reino unido), y ya comenzabamos la marcha
hacia escocia, precisamente Glasgow. Entre verdes espectaculares, suaves
ondulaciones, emprendíamos el viaje hacia un nuevo destino. Y como nuevo
destino que era debíamos sacar dudas. La primera y mas discutida, ¿Escocia es
un país? ¿Que es entonces el Reino Unido? ¿Y la Gran Bretaña? ¿Y que es entonces
un país? Y asi pasamos un rato largo entendiendo y intercambiando conocimiento,
tan profundamente que hasta llegamos a repasar aquellos conceptos de legal
(materia que debimos rendir antes de llegar aca) como sobre lo que era una
Nación, un territorio, etc. Fue algo complejo, y hasta el momento cuesta
entender perfectamente como se ordena, gobierna, etc el Reino unido, la gran
Bretaña e iranda del Norte (me acuerdo de anu mi novia la primera en definir al
territorio así)
Pasar de Inglaterra a
Escocia no es mas que seguir la ruta. No aparecen grandes signos o señales para
identificar que uno esta pisando territorio escocés, no hay gaitas, ni
monumentos ni faldas cortas. Pero esto cambió al llegar a Glasgow. Glasgow ya
mostraba una cara diferente a las ciudades inglesas. Aparecieron las gaitas y
con ellas las polleras escocesas, un combo que solo se puede ver en los
artistas callejeros, porque en si la gente no la usa, o por lo menos en el día.
Ciudad pequeña, con centro mas histórico convertido en un gran centro
comercial, peatonales, comercios, algo de lo que usualmente tienen las ciudades
europeas. Allí descubrimos una de las catedrales que valen la pena. La catedral
de Glasgow. Historia, arquitectura, mezcla de poderes, dominios diferentes,
bombardeos, un poco de todo eso tiene la catedral de Glasgow.
A continuación
Edimburgo era el destino del que en lo personal uno tenía mas expectativa, y la
ciudad cumplió. En Edimburgo me sentí recorriendo calles como si estuviera
viviendo siglos atrás, porque todo parece estar igual, excelentemente
conservado. Una ciudad cromáticamente homogénea, con los marrones predominando
en todas las fachadas, con pasadizos que fueron utilizados siglos atrás como
mercados y comunicación entre una vivienda y otra. Jardines ocultos en el
corazón de las manzanas, un castillo enrome, que parece observarte desde donde
estés. Edimburgo creo se conserva tan bien, tan fresca, tan auténtica, que
atrapa. Creo su tamaño también ayudó a poder contemplar y recorrer la ciudad en
tan pocos días. Porque es tan auténtica que sus limites creo siguen siendo los
mismos que muchos años atrás, la ciudad no parece extenderse, no parece
aumentar sus límites. Así y todo se respira un aire moderno pero no en la
arquitectura sino creo mas bien en lo que se vive, creo que uno se da muy
cuenta que esta en suelo Europeo, en suelo escocés.
Así pudimos recorrer lugares
como el Palacio de Holyroodhouse, la Royal Mile (calle principal y por donde
circulaban las mercaderías para entrada al palacio), no faltaron los fis han chips,
callejones medievales y las viviendas colectivas del pasado.
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