Aclaracion: ese post lo escribio el Piru, quien les habla solo lo subio y brindo las fotografias.
Las calles, las veredas, los hogares, los rincones, las carreteras, los
lugares, el transporte, es como si en Nepal hubiera sucedido algo que desplomo
la ciudad y asi la ves, en proceso de costrucción. En todo el entorno urbano de
la ciudad hay escombros, contrucciones a medio hacer, vacas sueltas, veredas que parecen sin terminar y la basura
no es anécdota sino parte del paisaje cotidiano. Y a todo esto hay que sumarle
que brilla por su ausencia el alumbrado público, hay cortes de luz dos veces en
el día de masde dos horas, y no existen los semáforos. Si ya se que el que esté
leyendo esto va pensar o preguntarse que es lo interesante de estar ahí. Aunque
parezca tan caótico, o loco poder vivir y convivir en este lugar , desde allí
todo parece natural. Una vez en una de mis primeras charlas en el anfiteatro de
Facultad me quedó grabado un concepto que he aplicado en la mayaoría de los
lugares, pero en este mas, y era el de abstraerse de los prejuicios nuestros.
Abstraerse para poder comprender las cosas, porque somos de lugares distintos,
culturas distintas, costumbres, climas. Entonces creo desdé ahí se puede
apreciar lo lindo de Kathmandú. Creo que en general gustó, por lo menos acá a
la mayoría que aporta en este blog. Obvio que lo lindo no se aprecia en lo
físico, si bien esta bueno encontrar lugares muy antiguos, templos budistas, templos hinduistas, lo
mejor se lo lleva la experiencia de camina por las calles. Entender como horas
de su vida cotidiana consiste en obtener recursos que nosotros tenemos abriendo
una canilla. Recolectar agua es tipo fenómeno social. Se juntan ahi la gente
del barrio, lleva sus latones, bidones y de un punto todos consiguen agua. La
magia de recorrer comercios, que son muy parecidos a los almacenes de la
esquina que recuerdo iba de chico, en busca de la coca o chela mas fría era una
verdadera expedición, porque aunque había largos cortes de luz, alguno se las
arreglaban para tenerla. La gente practica muy bien el español, sobre todos los
vendedores callejeros, son astros del chamulle, y creanlo que muchas veces
compras por su buen desempeño. Atrapa también caminar por una ciudad que hay
gente tan distinta y tan creyente. Esa fuerza de creer tanto, es casi
generalizada, y se siente mucho, y más en los templos. Los templos son un
fenómeno por momento graciosos (porque
podés ver monos correteando) y por otro impactantes (supimos estar
presente en un templo hindú donde creman los cuerpos y la cenizas se vuelcan al
río), pero siempre hay movimiento, siempre se vive mucho en ellos. En fin
Kathmandú tiene su mística,pero no creo volver.
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